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Manuel Scorza

MANUEL SCORZA / Un Hombre Libre / ¡es más puro que el diamante!

Rosina Valcárcel

Publicado: 2014-12-04

Nació en Huancavelica, el 9 de septiembre de 1928. Era cálido y tenía un humor ideal. Leía precoz, a pesar de su raíz humilde. De adolescente, tuvo la ilusión de poseer una Colección de Losada con cien títulos. Laboró meses y la obtuvo. Lloró y brindó con sus amigos. Cuando tenía 18 años la policía asaltó su casa y se lo llevó revólver en mano bajo apariencia de peligroso conspirador. Pero fue un error. Él, no era conspirador, ni revolucionario; simplemente estaba enamorado de Nora Seoane, hija del “Cachorro”, y le había dedicado un poema de amor, que lanzó La Tribuna, el día en que el PAP se sublevó contra el Gobierno de Bustamante. Empero, quedó como aprista, y en la cárcel, pateado, e insultado cada vez que para expresar su inocencia ansiaba recitar su poema. Aquello lo tomó como adelanto de lo que le aguardaba por el agravio de amar y ser escritor. Luego, su familia y él tuvieron que vivir en el manicomio, ahí sus padres trabajaron como panaderos. Y conoció a Martín Adán. En San Marcos, con Willy Carnero Hoke, Gustavo Valcárcel, Luis Carnero Checa y otros autores, integran Los Poetas del Pueblo. Rebeldes, los vates de la generación del 50 renunciaron al APRA. A los veinte años viajó exiliado a México. Ahí, de niña, oí a Manuel exclamar: Un Hombre Libre / ¡es más puro que el diamante! Scorza trabajó en una lavandería con otros deportados. Luego entró al periodismo, él y mi padre madrugaban los domingos, pues a menudo publicaban especiales con artículos suyos, que recortaban para ir a cobrar el lunes temprano. Con Luis de la Puente y papá, cocinaban platos marinos, entre chistes, entonaban valses y bebían ron Bacardí. 

Vuelta a la patria, en los años 60 Gus y Manuel se embarcan en el proyecto Populibros Peruanos. A menudo, mi padre escogía las obras y Scorza lograba la financiación. Se editaron miles de ejemplares. Sin duda que Manuel tenía fino olfato fenicio. Papá tomaba «sus entuertos» como parte de las bromas scorzianas.

En Lima, en septiembre de 1966, el infausto Jorge Luis Recavarren y su auxiliar Julio Ortega, quienes dirigían la controvertida Galería Cultura y Libertad, auspiciaron un primer encuentro de poetas jóvenes. Sin embargo, un grupo de escritores nuevos, progresistas, opositores, organizamos paralelamente el 1er Congreso de Escritores Jóvenes (Antonio Cisneros, Raúl Vargas, Eduardo González Viaña, Juan Morillo, esta peregrina, entre varios). Descentralizamos el evento, fuimos a las universidades de San Marcos, La Molina, y de Ingeniería. José María Arguedas y Manuel Scorza nos ofrecieron respaldo y yapa nos beneficiamos con libros -donados por el noble Arguedas- y una fiesta inolvidable, organizada por el vital Manuel.

Scorza vivió en Paris varios años, después de que sus novelas las tradujeron al francés y al alemán. Residía en una casa cómoda en la rue Monge, cerca de la de Alfredo Bryce. Toqué su puerta, emocionada, era 1971. Me abrió efusivo y familiar el escritor. Bebimos vino y cenamos opíparamente con su mujer. Él era muy ameno, charlamos de todo un poco: de Julio Ramón Ribeyro, de Carlos Calderón Fajardo, de Juan Gonzalo Rose, de mis padres; de sus amigos de Lima y de su nostalgia. Mientras el vino se iba consumiendo, sus bromas me llenaban el recuerdo de mi infancia. Y una lectura brotó de sus labios «contra el viento el poeta nada puede». Y paseamos en su auto por el malecón del río Sena.

Años después, supe que con los escritores Alfredo Bryce, Rodolfo Hinostroza, Óscar Málaga, Enrique Verástegui, Jorge Nájar, Eduardo González Viaña, Manuel Gutiérrez Sousa (Krufú Orifús), Elqui Burgos, Carlos Calderón Fajardo, Armando Rojas,  José Rosas Ribeyro, Alfredo Pita, Carlos Henderson y Patrick Rosas Ribeyro, participaba en tertulias cálidas cuando cada autor leía un texto inédito y luego concluían en una taberna.

Varios de los textos que integrarían su primer poemario, Las imprecaciones (México: 1955), son fruto del desaliento en que se encuentra inmerso el desterrado. Fue en su obra narrativa, no obstante, donde Scorza halló el espacio ideal para extenderse sobre los problemas sociales del Perú. Su primera novela, Redoble Por Rancas, forma parte de un ciclo denominado La Balada (también llamado La Guerra Silenciosa) donde, desde una óptica particularmente poética que fusiona mitos ancestrales e historia, Scorza muestra la antigua lucha de los campesinos para recuperar sus tierras.

Al Manuel Scorza que llegó a Europa y publicó novelas de buen calibre, se le consideró de más mérito que al editor que estuvo en Lima después de México. Había renovado sus ideas políticas, su obra también creció en calidad. Posiblemente se sintió en estos tiempos Hombre Libre y puro. Dejó huellas tanto de poeta como de narrador. Sin duda, no solo amó a las mujeres con quienes se enlazó y dedicó su Serenata, también a nuestro pueblo a quien le dedicó su gran narrativa, y, a sus amigos, en sus peleas y distancias sufría y le daba congoja. Al final César Calvo estuvo cerca de él. Yo conocí en mi patria sólo rostros vacíos. Pero amó al Perú más que a un Partido. Un desastre se avecinaba. Tenía pánico de viajar en avión y murió envuelto en fuego purificador en Madrid el 27 de noviembre de 1983.

Manuel Scorza partió a los 55 años de edad, cuando su obra vivía plena vigencia y acababa de editar, apenas en febrero de ese año, su última novela: La Danza Inmóvil, que significaba una ruptura radical con el ciclo de La Guerra Silenciosa.

Hasta pronto tío Manuel!


Notas bibliográficas y otras

Diario de talismanes, El Santo Oficio, Lima, 2005, de Rosina Valcárcel.

“Un hombre libre”, en El Dominical de El Comercio, Lima 25 de agosto de 2013, p. 5 D. Especial: “Redoble por Scorza a 30 años de su muerte”.

Confesiones de Manuel Scorza, inéditas. Evocaciones de R. Valcárcel.

Y pláticas personales con Carlos “Coco” Meneses; y con Carlos Calderón Fajardo. Carta de Ignacio Basombrío a Ros, por facebook, in box, 25/08/13:

"Ignacio Basombrio, 18:07, 25 agosto de 2013:

Querida Rosina, emotivo tu recuerdo de Manuel Scorza y del poeta Gustavo, tu padre. Nora Seoane, hija del Cachorro, murió en Paris al dar a luz. La prisión de Scorza por escribir un poema de amor demuestra que la barbarie es moneda común."


(En primera versión fue editado por El Comercio, año 2013. Ésta es ampliada...)


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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