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CIMARRONA de Patricia Temple (México, 2012) por Rosina

ROSINA vALCÁRCEL

Quien me observaba veía el brillo de mis ojos como carbones encendidos

p.t.

Publicado: 2015-08-25

Antecedentes antropológicos 

Cimarrones se llaman a los esclavos africanos que huían del poder y control de los dueños de origen europeo. Recordemos que en todo el continente hubo patrones españoles, portugueses, holandeses, franceses e ingleses. Los cimarrones se escapaban de las haciendas o casonas donde trabajaban, y en su huída, a veces construían relaciones culturales, sociales y de parentesco con los pobladores andinos. Es un proceso que se da en gran parte del continente y que, también, significó la recreación de la cultura africana en un nuevo medio.

Interculturalidad

Se da en países donde sobrevivieron las poblaciones originarias y no en los países donde prácticamente desaparecieron los indígenas, como en el caso del Caribe...Entonces, los vínculos y relaciones de parentesco se dieron más entre afros y europeos (los mulatos)

El proceso de relaciones de parentesco afro-indígena, básicamente se da en la región andina y en la mesoamericana.

Por lo dicho al plantear el vínculo con los runas, se está restringiendo la problemática. Porque en la diáspora hay diversidad de procesos de mestizaje. Hay algunos que conservan con mayor fuerza su matriz cultural africana y en otros hay hibridación o interculturalidad afroandina. No se puede generalizar.

 Negro cimarrón, negra cimarrona

-Como extensión, el término fue usado en América colonial para describir a los esclavos que escapaban de su cautiverio. En Cuba, Jamaica, Panamá y algunos países sudamericanos (Colombia, Venezuela, etc.), el término cimarrón está asociado con los esclavos negros fugitivos que llevaban una vida de libertad en rincones apartados de los centros urbanos.

Entre los fugitivos había mujeres y hombres. En las islas del Caribe había “cimarronaje acuático” -es decir de isla a isla-... (Todavía falta estudiar).

Hay registro en la mayoría de países que los cimarrones fugitivos se cohesionaron y se establecieron en palenques. Hay algunos muy conocidos en nuestros países. Por ejemplo en Colombia está San Basilio de Palenque. En el Perú hubo también palenques, principalmente en Chincha y en las afueras de Lima, en La Molina, Monterrico, Huachipa.

Los cimarrones se establecían en zonas liberadas o palenques pues se dedicaban -según la visión predominante y prejuiciosa del discurso oficial europeo- al “bandidaje” para la sobrevivencia durante la colonia en los siglos XVI y XVII. Fueron los primeros bastiones de independencia a modo de republiquetas que prefiguraron la independencia de las colonias españolas. Los africanos y sus descendientes en los palenques sembraban la tierra, criaban ganado y continuaron con sus rituales religiosos y actividades culturales. Los palenques generalmente se ubicaban en zonas agrestes rurales de difícil acceso. Eran pequeños espacios de la libertad. .

  Monólogo de Patricia

La obra fue editada en diciembre de 2012 en la Colección la abeja de Perséfone de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, D.F. Contiene 62 páginas. Está dividido en ocho secciones: “Tocar el cielo”, “Raquel”, “Aroma”, “María”, “Clara”, “Alicia”, “Ana”, y Donde las miradas convergen.

Este libro, empieza como una novela, y relata en primera persona, quizá, de modo subconsciente, el paso de la infancia a la juventud y a cierta madurez de este personaje, … de la escritora. La obra presenta un registro curioso donde se reúnen elementos líricos y, por instantes, épicos, que incluyen meditación y narración, la autora intenta una elevación espiritual, y, paralelamente, se palpa una sensualidad – a veces- descarnada. Una especie de monólogo escrito en lengua española que la poeta Patricia Temple ha creado con fluidez y cierto matriz teatral. En un segundo momento se advierten relatos independientes aunque con un trasfondo que los emparenta.

El libro, en parte, representa una suerte de examen de conciencia de la autora y de los prejuicios étnicos que superviven en Lima, no obstante la defensa de la cultura afrodescendiente desarrollada en las últimas décadas. La autora-poeta-novelista-actriz, simula el aturdimiento de una pobre y rebelde cimarrona. Hay instantes que el libro parece un diario íntimo. En otros se siente a un poema lírico de largo aliento. A ratos es una especie de leve meditación anímica, algo introspectiva, sublimando el papel que tuvieron las cimarronas en la historia nacional. 

En “Tocar el cielo”: Hay imágenes, metáforas bien empleadas, ejemplo:

Quien me observaba veía el brillo de mis ojos como carbones encendidos”. (p.8)

O definiciones de la autora como palenque:

“…Tu partida es inminente. Lo decidiste con tu mirada enérgica, con esos ojos encendidos en la pavorosa oscuridad del galpón. Vengo de un lugar especial, palenque se llama. Es una tierra libre para gente de alma grande” (…) p. 8

La travesía del desierto es un reto reservado a los espíritus grandes”.

El libro Cimarrona, y, en particular esta aseveración los asocio a ciertos pasajes de Herman Hesse, cuando habla de la amistad, de dos seres que se encuentran no por azar…sino porque llevan una marca en la frente…en pos de un destino. Evoquemos El lobo estepario (1927), la novela más innovadora de Hesse, es un viaje impresionante hacia los temores, miedos y angustias a los que se enfrenta el hombre en busca de su destino, Demian (1919), obra que fue lanzada en 1919, en los tiempos que siguieron a la Gran Guerra. Es la historia de una pregunta que pocos deseamos responder, de una senda que pocos queremos recorrer: la búsqueda de nuestro auténtico yo a través del rechazo de lo preestablecido. Siddarta (1922), basada en la vida del joven Buda, llega a la conclusión de que todo en la vida es apariencia: se puede comunicar el saber pero no la sabiduría. Solo así se está en camino a la perfección tan anhelada.

El cimarronaje, se constituye como una actitud de desafío y libertad ante el poder. Pero este término también evoca encuentros y reconocimientos en las sensibilidades y concepciones más penetrantes de hombres y mujeres. De ahí que en la literatura latinoamericana aparezca como testimonio y reflexión sobre el ethos, los avatares, historias, aventuras de aquellos y aquellas que conquistaron una vida incomparable. Por eso es que la mayoría de latinoamericanos nos reconocemos, ya sea en Carpentier, Rulfo, Arguedas o García Márquez. Y la autora siguiendo las huellas de estos cimarrones de la palabra y el imaginario, trata de cincelar letra a letra cada historia, mostrándonos sus lados oscuro, gratificante y libertario.

Los títulos de los libros no nacen al azar, ni tampoco se escribe nada al azar. Este libro se constituye en el palenque lírico con el cual Patricia conjuga su rito ceremonial con la vida plena de aquellas mujeres que eligieron la libertad antes que sucumbir como esclavas.

Ello explicaría que el centro del dibujo de la portada (Paul Gaguin, “Mujeres conversando”) esté conformado por mujeres en franco diálogo entre ellas y con la naturaleza resguardadas por un añoso árbol y dentro de un paisaje primaveral. Este es un viaje desde su subconsciente, que se transmuta en yo poético. Es el encuentro de Temple con la existencia y con ella misma. Árbol existencial que personifica a la vida y a la poesía en su real dimensión: la libertad. Representación para quien busca la brújula de las cimarronas, simboliza su indiscutible renacimiento. Por esto nos dice…el mejor lugar será ese donde las personas compartan tu mismo sueño. (pág.62)

Este es un libro de afirmación, indudablemente:

Veo en ti el ansia de vivir en libertad, que es explorar algo tan inmenso como el mar. (pág.9)

En estas historias de mujeres, en estos escenarios diferentes realiza la poeta un profundo discurso sobre el poder y la emancipación de las mujeres. Discurso que fustiga a la violencia del Estado militarizado, al patriarcado, los convencionalismos, las ideas políticas y la militancia. Cada una de estas mujeres tiene algo en común: un horizonte, para enfrentarse a la adversidad, crueldad. De ahí que un signo representativo en esta obra sea el contraste dialéctico entre las mujeres embravecidas, adoloridas, libres y creadoras del palenque, con las sirenas y arpías:

Así como vimos a las sirenas, aquellas envidiosas mujeres de piedra, veremos a las arpías, monstruos voladores de garra afiladas. Con sus graznidos horribles avisan a los amos de la fuga…Muchos años atrás las arpías fueron libres, vencieron al desierto y sus penurias. Su sino fatal fue regresar a las comodidades de la esclavitud. No resistieron el reto de vivir libres. (pág.13)

“María”, es un capítulo (y personaje) logrado.

Cimarrona, no sólo es una aliada si no una defensora del reconocimiento a la libertad. También es un homenaje a las soñadoras y un ajuste de cuentas de aquella joven, llamada Patricia Temple, autora y personaje, la cual tenía y tiene por símbolo: la poesía de un mundo nuevo. No dudamos que la autora proseguirá escribiendo y cada año obtendrá nuevos logros justos.

Nota:.-

Gracias al sociólogo Luis Rocca Torres, a M.M., y a Dany Elías por las lecturas y comentarios. El texto fue leído en la celebración de Cimarrona, libro de Patricia Temple, 27 de mayo de 2013, en Miraflores, Instituto Raúl Porras Barrenechea de la Universidad de San Marcos de Lima.


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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