I 

El arte es la existencia pasajera. Amor-muerte. Rosina es un puente pendiente, siempre, presente, hoy a galope.

Hay amores platónicos, banales, superficiales, pero su arte revolucionario, sin remodelaciones nos hace ver una Rosina siempre presente. Revolucionaria, su poesía no es sólo diferente. Tiene el don de no repetirse. Ignora la crítica banal.

Lo que se presenta es un cuadro nuevo de una vida hablada, musical, misteriosa en colores. Qué intenso es hablar lo ya escrito.

A la poeta Rosina hay que extrañarla, hay que reinventarla, pues corremos el peligro de no verla y sin su amistad quedamos tristes. ¿Amigos?

II

Rosina desata pasiones, alegrías y tristezas. Su poesía es una barca secreta que en cada puerto tiene su llegada el amor. Desde niña se cultivó para ser una poeta-guerrillera. Haciendo garabatos de humo que iban de Dante al infierno del color. Por ello desde una ventana salía volando con su muñeca de trapo. Ella escribe en la sombra de las palabras. Sus mejores enemigos se hacen sus amigos, tiembla la palabra en la noche. Le pone sonidos musicales, andantes. Rosina nace y renace como queriendo decirnos algo siempre. Llora de alegría cuando un compañero al fin sale a la luz del día y su libertad la convierte en colores cadmio de sol. La rodean todos, la mayoría le pide explicaciones. ¿De qué?

Poesía hablada, caminante, sinceramente tengo que decir que cada día veo, verifico una Rosina diferente, irrepetible, creando musos-amores.

Este es el recuerdo de un pintor furioso de amor y fealdad.

III

La poesía de Rosina tiene armonía en amarillos del Asia, con rompimiento de línea que nos permite ver una poeta incomparable. Entre la luz de Michael rompiendo un atardecer de misterios donde el horizontal de las palabras nos hace ver poesía natural.

Lima, 2-3 de mayo del 2016