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EN LA HABANA: Roberto Pasquali (Italia)  y Eugenie evtuchenko.  foto: r.vALCÁRCEL, 2016

Ofrenda al poeta Eugenie Evtuchenko

Aún todas sus lágrimas / Rosina Valcárcel

Publicado: 2017-04-02

EUGENI EVTUCHENKO

 ¡Qué tristeza profunda! Lo conocí en casa de mis padres hacia 1970 en Lince, San Eugenio, Lima. Hubo una recepción que APN dio a artistas e intelectuales visitantes. Evtuchenko quedó prendado de la belleza singular de Violeta, y tras varios vodkas, la persiguió por toda la casa. Yo sonreía. Mi hermano, Xavier Valcárcel, le tomó varias fotos, algunas fueron editadas. Conservo una inédita del poeta ruso con mi hijita Odette. Luego en el 2016 lo encontramos en Cuba, en el Festival de Poesía. Por azar, en el mismo Hotel, desayunábamos cerca y nos saludábamos muy joviales. Él tierno evocaba a Violeta, mi madre y con aprecio a Gustavo, mi Viejo. Yo, atrevida le soltaba unas palabritas en ruso. Son testigos Roberto Pasquali, poeta italiano, Patricia del Valle, Carolina Ocampo, Nicolás Matayoshi, escritores peruanos. Me cupo el honor de compartir con el gran vate el bello recital de inauguración del XX Festival Internacional de Poesía de La Habana en la Basílica de San Francisco de Asís. Al final, cuando le tocó el turno preferencial, yo, espontánea, exclamé, : "El Poeta más joven del mundo", volteó el público, giró él y sonrió buen rato. Tengo un libro dedicado..., será un consuelo. ¡Ave Evgueni, los que van a partir, te saludan.!!! R.V.

Yevgueni Aleksándrovich Yevtushenko nació en Siberia, el 18 de julio de 1933. 

Es miembro honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga y de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras; miembro de Academia Europea de Ciencias y Artes y profesor de las univesidades de Pittsburgh y Santo Domingo.  Sus obras se han traducido en setenta idiomas.  Reside actualmente entre Estados Unidos y Rusia. 

CODA: El poeta Bernardo Rafael Álvarez cuenta: Hace más de cuarenta años, aquí en Lima escribió un bello y conmovedor poema a José María Arguedas, que, lamentablemente, nadie recuerda. Yo lo tenía guardado (fue publicado en un diario de la época), pero, uf, no se que pasó. Gran poeta!

POESÍA DE EUGENI EVTUCHENKO

El sauce no ha llorado aún todas sus lágrimas. 

A su sombra, en la orilla me quedé pensativo:

¿cómo hacer feliz a mi amada?

¿Es que acaso no pueda hacer más?

No le bastan los hijos, la abundancia,

lo poco que nos damos al cine, a los amigos.

Me necesita enteramente, sin reservas.

Mas, estoy hecho de sobras. Yo soy diamante en bruto.

Entregué mis hombros a las causas de nuestra época,

a toda su dura carga,

no dejé espacio a la ira de mi amada

y privé su llanto de mis brazos, de mi regazo.

Hoy, la amada ya no recibe flores de su hombre.

Arrugas, sí. Faenas domésticas.

El hombre engaña por placer,

la mujer traiciona por dolor.

¿Cómo puedo hacer feliz a mi amada?

¿Qué puedo ofrendarle esta noche

si la manzana que le da la vida

ya está rancia y agusanada?

¿Por qué a la bienamada se le ofende

tan sin razón como tan a menudo?

Cómo hacerla infeliz, todos sabemos.

De cómo hacerla feliz, no tenemos memoria.

(E.E.)

“…A la niñez en lugar de dulces caramelos, 

es mejor darles nuestra amarga memoria…”

EE


Mi peruana

En la hora en que mueren los periódicos

y se convierten en basura nocturna,

en la hora en que un perro con su galleta entre los dientes

se detiene y vigila suspicaz cada uno de mis pasos,

en la hora en que resucitan todos los instintos bajos,

los instintos que se esconden hipócritamente durante el día,

en la hora en que los taxistas

me gritan: “Eh gringo,

¿quieres una peruanita? Es chocolate caliente”,

en la hora en que el correo duerme

y sólo el corazón del telégrafo palpita,

en la hora en que un campesino envuelto en su poncho

cabecea apoyado en la estatua del héroe,

desconocido para él,

en la hora en que las prostitutas y las musas

se quitan el maquillaje de sus rostros,

en la hora en que pudieran estar casi listos los titulares de mañana:

“Ha estallado la Tercera Guerra Mundial”,

en la hora en que todo está visible e invisible,

no vengo de casa de alguien, ni voy a casa de nadie,

paseo cansado, solitario como un perro vagabundo,

por las calles parecidas a cementerios de noticias.

La calle está cubierta de salivazos y cáscaras de naranjas,

la calle huele a orines como el baño de un estadio.

Pero párate y mira:

algo vivo conserva su forma humana

bajo la manta hecha de los periódicos muertos,

por aquí frente a una tienda de souvenires,

sin culpar a nadie por nada,

una vieja indígena ha hecho para si misma un poncho,

poncho de las sensaciones del día anterior.

La india se vio envuelta en los escándalos e intrigas,

en los sobornos, partidos de fútbol, las lágrimas de Beirut

bajo las famosas piernas de las modelos inglesas

aparecen sus pies descalzos

autos de lujo, submarinos, cohetes,

la aplastaron contra el asfalto,

carreras de caballos, yates, stip-teases, banquetes,

todo eso agobió la espalda de la campesina.

Y la llama blanca desde la vitrina

está viendo con dolor mudo

cómo en el pecho de esta vieja

aparece la sangre humeante

de El Salvador.

En medio de este mercado mundial sin vergüenza,

ella misma se ve como una llama perseguida,

esta inca anciana, la madre sufrida de la humanidad,

está doblada por las falsedades,

está aplastada por el tatuaje de los titulares,

pero parece una escultura,

la escultura de la verdad bajo un montón de mentiras.

¡Oh, llama blanca de la vitrina!

Apriétate a su pecho cansado,

libérala de esta basura dorada,

y llévatela a su Sierra Negra natal.

Yo, representante de un Estado tan poderoso,

inclino silencioso mi cabeza como un niño perdido

frente a este rostro sufrido,

este rostro cobrizo con trincheras de arrugas.

Dentro de esta vieja se esconde salvajemente

respirando en secreto,

el Estado más poderoso del mundo:

el alma humana.

“¿Quieres una peruanita, gringo?”.

Los taxistas me silban de nuevo,

pero yo me quedo inmóvil, casi petrificado,

yo no puedo explicar a los taxistas

que ya he encontrado a mi peruana.

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Escrito en español para el periódico “La Nación” de Buenos Aires en 1984. 

También de Evgueni Evtushenko en este blog: 

“Me gustaría… de Yevgeny Yevtushenko”: AQUÍ

“Evgueni Evtushenko: Madre cubana”: AQUÍ

“Yevgueni Yevtushenko: Cae la nieve pura”: AQUÍ

“Evgueni Evtushenko: Con dignidad”: AQUÍ

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Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

la belleza será convulsiva o no será | a. breton