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Eldi Toro & Ros EL cORDANO 2016. fOTO tANIA TEMOCHE.

AMOR Y REBELDÍA en Versos Para Colgar En La Pared de Rosina Valcárcel por Eldi Toro

Publicado: 2017-09-09

En Estética de la Recepción (1) Hans Robert Jauss postula que un texto es la respuesta a las preguntas propuestas por un ‘horizonte de expectativas’ que cualquier lector que se acerca a un texto con sus propias ideas sobre lo que espera hallar en éste, encuentra. Lógicamente, estas ideas dependerán del marco social y cultural en que se encuentre el lector. Jauss también distingue el ‘horizonte de experiencias’ del lector, que es el conjunto de experiencias vividas por éste, y del cual dependerá el grado de identificación que pueda o no lograr con el texto. 

Así, precisa que, la interpretación de las obras deberá enfocarse no en la experiencia de un lector individual, sino en la historia de la recepción de una obra literaria y en su relación con las normas cambiantes de la estética y los conjuntos de expectativas que permiten su lectura en diferentes épocas.

Complementando esta noción la hermenéutica del filósofo alemán Hans Georg Gadamer precisa que es importante, para lograr principalmente la ‘fusión de horizontes’ entendida como el encuentro de texto y lector, el bagaje cultural que cada individuo aporta al momento de obtener conocimiento nuevo, mediante la lectura en este caso; e insiste en que cada individuo está condicionado por su conciencia histórica y por su propia percepción vital y es así como interpreta el conocimiento o la verdad que se le plantea de maneras diferentes. Es decir, el texto habla y habla porque dice algo a alguien. De ahí que el único modo que pueda acogerse su comprensión sea en diálogo.

Manifestada esta perspectiva pasaremos a observar su cumplimiento en el poemario Versos para colgar en la pared, Horizonte,2016 de Rosina Valcárcel. Intentamos realizar un comentario que brinde a nuestros amigos, ahora receptores luego lectores, algunas orientaciones para que disfruten de lo que la autora nos brinda con su acostumbrada largueza.

Ya desde el título aventuramos la interrogante: ¿Es que pueden haber Versos para colgar en la pared? La respuesta es… Sí, como los dazibao del tiempo de la China Imperial, aquellos afiches escritos en grandes caracteres que se colocaban en las calles de la ciudad o preferentemente se pegaban en los muros delante del tribunal, sede de la magistratura. Para que luego, el pueblo se reúna en torno a comentarlos. Eran ciudadanos descontentos que se atrevían a criticar al gobierno del magistrado imperial por alguna injusticia que hubiera éste cometido hacían reflexionar a propósito, un tema político o moral.

O como en el Medioevo, principalmente en España y Portugal, donde se presentó la llamada literatura de cordel es decir, papeles agrupados en folletos conteniendo escritos de versos rimados que se exhibían usando cuerdas tendidas en la intersecciones de las rúas de los nacientes burgos. Confeccionados en rima algunos poemas están ilustrados con xilografías. Las estrofas más comunes son de diez versos, y otras de seis. Los autores o cordelistas, recitaban los versos de forma melodiosa acompañados, en general, de guitarra. La temática era simple y coloquial constituida por hechos cotidianos, episodios históricos, leyendas y religión. Los autores creaban estas composiciones cuando un hecho de importancia tenía lugar y suscitaba atención y hasta polémica; se puede decir que fue esta modalidad de literatura el precedente de obras didácticas.

Pero, es que ¿acaso estos Versos… cumplen con la finalidad que tuvieron es su momento los dazibaos o la literatura de cordel, es decir, presentan hechos que ligados a la cotidianeidad particular o a los aconteceres colectivos susciten emociones, provoquen reflexiones, permitan avizorar futuros provisorios o promisorios, generen intuiciones que conduzcan a la identificación de anhelos que subyacen en el inconsciente personal pero a la vez el de comunidades ideológicas y, que puedan ser examinados desde la perspectiva de la estética de la recepción?

En VIENTO DEL PUEBLO Relámpagos inmortales en paréntesis en el índice de contenido del libro Reconocimiento, la voz poética (diremos Valcárcel) se interroga en los dos primeros versos

“¿QUE ES la Poesía? / ¿Aventura, subversión, solidaridad?”

En los siguientes, manifiesta su adscripción a sus mentores literarios y de vida, a los soñadores rebeldes de su juventud, a luchadores sociales, a sus amigos, camaradas, compañeros de lucha; les recuerda que sus hechos formaron su linaje, que los defendió como hermana y con su sangre y a quienes la inspiran y le piden que no ceda les asegura que los escudará con fervor, y finalmente sentencia en los dos últimos versos:

“…Pues este libro empieza en la prisión/ Y vuela hacia la libertad.”

Casi una confesión a viva voz, estos versos nos descubren a la poeta consecuente con los principios que forjaron su vida personal y su actuar literario que a través de cincuenta años actualiza en esta nueva entrega y aún más, demuestra la madurez alcanzada con la experiencia del ejercicio creativo permanente y disciplinado; persistente en los ideales e insistente en la brega por alcanzar formalmente cimas avizoradas de hondura expresiva.

Nos permitimos presentar algunas visiones que desde la recepción textual se ocupan de la poética de Rosina Valcárcel considerando que desde el inicio de su trayectoria poética con

Sendas del Bosque (1966),

Navíos (1975),

Una mujer canta en medio del caos (1991),

Loca como las aves (1995),

Paseo de Sonámbula (2001),

Naturaleza Viva (2011),

Contradanza (2013),

Luana (2013), plaqueta

Poesía reunida: 1966-2013 (2014)

Valcárcel nos hace llegar textos que en cuanto a temática poseen características definidas: amor y esperanza, el destino del ser humano en todas sus dimensiones, el anhelo del cambio, la sensación de desencanto que muchas veces nos produce la existencia, una permanente protesta frente a las injusticias sociales y humanas, su testimonio personal y dentro de este marco testimonial, la nostalgia que aparece como una constante, no sólo como un recuerdo del pasado, sino como una esperanza del futuro.

Iniciamos nuestra exploración con el poeta Juan Cristóbal [El clima en el cual se desarrolla sus poemas está teñido de un viento de ternura permanente, por eso es que su poesía nos sensibiliza en cada verso que leemos (“Amor aun cuando no vinieras, / la vida continuaría / bella y maldita”].

Observemos los siguientes apartados en Sendas del bosque:

SUEÑOS

Hay flores/que viven mil años, / pero sólo un invierno se les ve.

Sendas del bosque, Lima, La Rama Florida, 1966

En Navíos:

11 DE SETIEMBRE

Lunes / seis de la tarde/ Amaranta está enferma/ y no dan el gordo y el flaco/

La televisión/prefiere el fútbol/y siguen matando en Chile

Navíos Lima, Ediciones de la Biblioteca Universitaria, 1975.

En Naturaleza Viva:

BLANCA

[a la poeta B. Varela]

el silencio del país nos acosa /

un tanto derrotado

todo el día he recorrido tus versos /

se inclinaron sobre mí

tus ojos púrpuras /

hoy están más cerca

es bello tu nombre /

como la rosa de Barranco

en medio de esta ciudad muerta

En Naturaleza viva (Hipocampo Lima, 2011)

En Contradanza:

CARTA SURREALISTA

“Otra vez es noviembre y el amor renace de mis entrañas. Rojo, debe ser rojo, y no me quejo. Los trenes pasan y tu llamada tarda. Una mano invisible levanta mis faldas y la piel relincha como yegua en celo. Por ti perdí la realidad. Roedor de fantasías, no me dejes.”

BAJO LA NIEBLA DE LIMA a Oscar Málaga

“…La Noche nos ha hecho estremecer y espío en sus ojos lejanos un pensamiento oculto El poeta ha viajado más de diez años por el mundo Bajo la niebla de Lima silba a pesar de la historia Hoy tuerce un jazmín en las manos Fuma un cigarrillo, bebe una copa de pisco, y complaciente Omar sonríe, antes de mirarnos y ordenar sus labios…”

En la plaqueta Luana

PEQUEÑA HISTORIA

“La nave de papá trae fantasmas locos / Guerreros, duendes y tesoros. / Él asciende noble, con leve corbata fucsia. / Un baúl de libros y vinos añejos. / Olor a incienso envuelve a los niños”.

En cada apartado hemos encontrado un mensaje textual que nos acerca a la voz poética casi de modo personal pues quién no ha vivido o vive ligado a un anhelo adolescente; a un testimonio dolorosamente vivencial; al amor aguardado y demandante; al reconocimiento del quehacer poético; a la profunda amistad reiterada; a una reminiscencia infantil que se actualiza.

En cuanto a lo formal, encontramos en la poética de Valcárcel versos libres, sin sujeción a la métrica o rima, concisión, el uso de versos casi sentencias “el corazón desnudo es una navaja”, profusión de imágenes “La tarde azafrán y no gris”, metáforas curiosamente logradas sin abusar de la adjetivación sino prefiriendo el uso de sustantivos, “Dejo agonizar mis manos de azufre sobre esta ciudad” lo cual según el crítico y poeta Julio Carmona a propósito del poemario Contradanza otorgan (cito) “…ese hálito de materialidad que, desde mi perspectiva, le da ese tono vital que es característico de su poesía total.”

Es también de Contradanza que Jorge Nájar, poeta y crítico, manifiesta (cito)

“… Presiento el entendimiento de la poesía ( la de Valcárcel), como una muralla, la poesía como una exaltación dentro de esa muralla, como una hoguera interna nutrida con ilusiones, esperanzas, recuerdos, risas y lágrimas, fantasmas de la historia que se van diluyendo en el humo de la hoguera en la que nacieron. Contradanza, en esta versión, sería como una forma de dar la contra a la danza de las ideas convenidas, a las formas convenidas, a las imágenes convenidas.” Prosigue comentando que es poesía de la memoria, de las formas, de la existencia que resulta de una vibrante condensación de Diario de Talismanes y Aprendiz de maga; dos libros que compilan el primero, entrevistas periodísticas y el segundo, crónicas que convalidan un ejercicio periodístico igualmente serio y comprometido.

En Versos para colgar en la pared, se hacen presentes los motivos textuales y las formas escriturales aludidas y descritas por los poetas / críticos que hemos citado en el apretado recuento de la obra poética toda de la autora, la actualización de éstos aparece ahora estructurada en cinco partes o capítulos que, en opinión de Manuel Pásara quien prologa el libro, “… nos lleva por parajes insospechados, de emociones intersubjetivas dialogantes. Pero, ante todo en la poética de Rosina está siempre presente el amor en rebeldía y en todos los frentes.”

Versos para colgar en la pared, Sueño de una tarde de Verano, La carta que no se envió, Datzibao y Masami titulan cada selección.

Es también desde la estética de la recepción que Julio Dagnino, Winston Orrillo y Manuel Pásara comentan el libro Versos para colgar en la pared de Rosina Valcárcel.

La ‘fusión de horizontes’, en este caso, se da de manera particular con el diálogo virtual entablado entre cada receptor/lector desde su individualidad y la voz poética textual pero, a la vez el subyacente sentido histórico literario que cada uno ofrece queda actualizado en su comentario, en tanto metatexto pues de cierta manera provee al lector de claves de lectura, enriqueciendo la experiencia colectiva.

Observamos lo que expresa Julio Dagnino:

“ El título, como que, para mí descuelga un sabor antiguo de los años 70, de cuando purgaba prisión en el Panóptico de San Pedro en la Paz, Bolivia por integrar las guerrillas del Che Guevara junto a Juan Pablo Chang, José Restituto Cabrera y Lucio Galván. En esa ocasión, en mi celda se me ocurrió colgar el poema de Bertolt Brecht “Meditaciones sobre la duración del exilio” y todas las mañanas como si fuera una oración recitaba: No pongas ningún clavo en la pared /Tira sobre una silla tu chaqueta / ¿Vale la pena preocuparse para cuatro días? /Mañana volverás.

Ahora mi testimonio no deja de preguntar ¿Cuántas presas y presos políticos cuelgan un verso de esperanza, de justicia social y revolución en la pared de sus celdas?

Manuel Pásara precisa en el Preludio, Intermitencias a propósito de Versos para colgar en la pared:

“No marcamos la hora para las definiciones poéticas, menos para la poesía de Rosina Valcárcel. Ella abre sus versos como un abanico y nos lleva por parajes insospechados, de emociones intersubjetivas, dialogantes. Pero, ante todo, en la poética de Rosina está siempre presente el amor en rebeldía y en todos los frentes. Así forjó su verbo, sus colores, la sustancia que le dio vida a su poesía. Su temperamento nos coge al son de una palmada, sin artilugios ni modas.

Hay en ella algo distintivo, recurrente, que al oído alguien me advirtió con justa razón: en sus grandes amores de magia y fantasía, labra la poesía con la paciencia artesana, tolerable, de angustia, de esperanza y desamor. Así es Rosina: un ir y venir de libro abierto donde conjuga los sentimientos. (…)La magia la envuelve, pulsa su nervio poético y alza vuelo a la conquista de la fantasía. Y nace esta obra cargada de nuevos horizontes, mares, viajes, arcoíris y adioses (…)”

Apunta el poeta y crítico Winston Orrillo realizando una interpretación muy personal:

“Este libro, inclasificable como todos los buenos de poesía, obliga no a una lectura –como acostumbramos decir- sino a una relectura, a ver si, de ese modo, podemos penetrar en estancias como las que enuncia cuando escribe:

“El ojo del silencio parpadea/ Amor lejano y próximo/

Adivina la frontera/ El dolor/ seco La uva”. (…)

Frontera pág. 51

Rosina nos conduce –no sé sí con placer o displacer- a los meandros de su perspectiva del incalificable orbe en el que nos ha tocado vivir, y al que ella exorciza con sus versos-prosas que no dejan de ametrallar esa realidad que, sin denuedo, pugna por mutar…

No otro significado tiene, para nosotros, su poema Datzibao (dedicado a VRS), cuya

primera estancia nos enrostra lo siguiente:

“En el siglo del incendio ojos ágiles vista ágil/Alzo los ojos/ el mismo personaje/ Traje oliva tatuando utopías// Poesía, guerra y sangre/ (…)”

Pero sea como fuere, el Amor es el Norte de esta poesía que va directamente a nuestras entretelas, el amor al compa preso por luchar por nosotros, por combatir por el cambio de esta abominable sociedad que padecemos –y que visto el luctuoso, reciente proceso electoral, seguirá esquilmándonos mucho tiempo más.(…)”

Julio Dagnino selecciona dos apartados de un poema:

NOSOTRAS

a Diana Ávila

Esperamos al hombre nuevo

A la mujer y el espejismo

Fulgor del poniente

La mar, la tierra, la vida

(…)

En nombre de la ética subversiva

Nuestra soledad se borra

Nuestro espíritu gira

Los huesos resucitan.

Pág.93-94

Para luego concluir:

“(…)Estamos, ante un canto al hombre y mujer nuevos o del futuro que construyan, con nuevas armas, esa Ciudad Futura de nuestro querido Gramsci. De aquella sociedad que brinda “la posibilidad de realización integral de la personalidad humana a todos los ciudadanos”.

Prosigue Dagnino en su comentario a la estructuración que Valcárcel alcanza amalgamar con el mensaje textual en la totalidad de Versos:

“(…) Pero cómo se ha ido construyendo este bello poemario que, a través del manejo de las palabras, forman los párrafos en versos y en poesía que nos dan, por momentos, mensajes de lucha política. He allí la convergencia de que es capaz Rosina para formar un todo entre forma y fondo, sin dividir cada uno de éstos. Por eso no me llama la atención aquel verso: Cuando Marx, Éluard y Hemingway/ Mañana/ Beberemos un café negro.//

JD. Testimonia: Añadiré abusivamente: como le gustaba al Che Guevara.

Así es como, el libro de Rosina toca una franja del dilema para el escritor o escritora comprometida. Hubo una época que pasó cuando el realismo socialista era objeto de polémica y crítica del pensamiento burgués. Es cierto que ese realismo ya no supervive, aunque la realidad está presente frente a un mundo de poetas que quieren cambiarla.

Me pregunto: ¿no estamos frente a la construcción de unos versos donde no necesariamente se utilizan los mismos instrumentos poéticos del enemigo? Vale, pues, esta lucha de Rosina Valcárcel en el campo de la política y el estético.

Ahora, apreciemos este Ejercicio epistolar de Héctor Béjar

“Carta De Bernardo A Ludwig Kakumei” / Héctor Béjar

A propósito de Versos para colgar en la pared, Lima, Horizonte, 2016, de Rosina Valcárcel

CARTA DE BERNARDO A LUDWIG KAKUMEI Para la Maga desde Caracas

Ud. Kakumei, es un guerrero

¿Se acuerda Ud. de la Maga?

Yo recuerdo sus pequeños pies haciendo crujir las tablas rugosas de aquella casa de la calle Cueva mientras afuera la gente hacía cola para tomar los tranvías acoplados de Chorrillos. Era la oficina de Unidad, un proyecto de periódico revolucionario en una ciudad que bostezaba. Ella tenía unos diez años, el pelo negro, los ojos asombrados, Ud. no la conoció entonces. Apenas un proyecto de primavera, un boceto de señorita. El sueño de su vida no había empezado. Ud. no la vio entonces, Kakumei.

No escuchó a Gustavo cantando al Quinto Regimiento, Ud. no vio a Violeta repartir los panes que se fiaba en la panadería de la esquina, a los amigos. Y Gustavo repartía las ideas. Y ambos repartían la esperanza. El olor de la tinta de imprenta nos envolvía a Gustavo, a Julio, a mí, a todos, al pie del vaivén de las máquinas planas. La primavera no empezaba, la esperábamos, luchábamos por engendrarla y hacerla nacer mientras las máquinas planas iban y venían, en su vals de pliego tras pliego. Y la adicción por la poesía y la tinta de imprenta.

Ahora Kakumei, Ud. y yo compartimos el otoño, pero la Maga sigue insistiendo en que la primavera todavía no ha nacido. Y aún vive el verano, cuando viaja por los sueños, todavía fuego en las pupilas, ardor en la sangre, la Maga. Sigue colgando y colgando sus dazibaos en las paredes. No se da cuenta de que el lejano chirriar de los tranvías ha sido barrido por el río de las combis, los ambulantes, los mototaxis, el humo y los megáfonos de este otro milenio. Kakumei, dígale a la Maga que despierte. Porque Calixto, ingenuo, alucinado todavía, es inútil para despertar a la gente del sueño. Estamos en otro milenio, Kakumei. El despacioso mundo de los tranvías, viejos bueyes que desplazaban el aburrimiento sobre sus surcos de hierro, ya se fue, se alejó hacia algún lugar desconocido, perdido en el horizonte del pasado. Y nos quedamos solos, Ud. y yo, Kakumei mientras esta maga sigue invocando al genio. Porque Calixto no sabe qué hacer. Ahora nos queda una prisión de ruido, una babel, un pantano. Y la maga, presa de Perú, sigue colgando sus versos en las paredes de esta prisión. Porfiada, insiste en el peligroso rito de la libertad que ya pasó de moda. Dígaselo Kakumei porque Calixto es incapaz y cómplice del sueño. ¿Podrá Ud. convencerla de que las alondras ya no amanecen, las aves ya no vuelan, y que este milenio de sangre, angustia y egoísmo no pertenece a las alondras sino a los gallinazos? ¿Podrá Ud. decirle que se deje de cosas de una vez por todas? No, porque Ud. también es un guerrero. Y con la maga y Calixto ya son tres.

Hermoso libro Rosina. Felicidades.

Héctor Béjar

Por nuestra parte, realizamos tres hallazgos de amor en su más alto grado: la amistad imperecedera, la consecuencia al principio ideológico, la esperanza resistente a la adversidad:

6 de abril

a Víctor Polay Campos

«La prisión se extiende/ La humedad las hojas de la urbe/

Como quien torea el patíbulo/ La tarde del 6 de abril/

Con sus ojos abiertos/ El héroe aguarda al filo de un pozo/

Me cede un libro de cuentos/ Sereno se mueve en la escena y dice: /

—«Nadie podrá atarnos el espíritu/ He soltado una cometa».

Dice de este poema W. Orrillo: “Rosina es diáfana y valiente, y prueba de ello, allí está, verbi gratia, su homenaje, al 6 de abril, fecha del cumpleaños de Victor Polay Campos, encarcelado más de veinticinco años por el “delito” de querer un Perú mejor, más justo, más solidario, más humano.”

página 112

VISIÓN

De golpe fuimos desbaratados / Bajo el fuego de las esteras/

Bajo la tarde de cuerpos furtivos/ Esos extraños ojos pequeños/

Ernesto y su contacto irreal/ Ella ató el ramo de girasoles/

y el labio púrpura dio la señal/ El escudo para los verdugos/

El escudo para el espanto

“Los árboles mueren de pie”.

pág.57

Sin duda es la intuición configurada de la aciaga muerte del Che Guevara, asesinado el 9 de octubre de 1967 en la localidad de La Higuera, Bolivia.

Acerca del personaje que cruza transversalmente toda la obra: Kakumei, Manuel Pásara nos precisa:

En este vaivén poético hace su entrada Masami, cuyo nombre guerrero es Kakumei. Viene con su ropaje de antiguas leyendas, con alforjas ancestrales del oriente y también con la espada samurái. Y en esta orilla de ultramar del Callao llegan sus ancestros desde la prefectura de Kagoshima, dejando sus huellas y pujanza a su descendencia.

Estos versos dedicados a Kakumei sobresalen el espíritu guerrero de estirpe, optimista, aun en las pérdidas. Todo ello bosqueja a un personaje, sin proponérselo, seductor y guerrero, cuya imagen resulta ejemplar y cautivadora. De esta manera, el poemario nos describe la fortaleza, la solidaridad y las esperanzas.

Dice Najar al comentar Contradanza que al leer a Rosina Valcárcel el lector de poesía ahora también puede cohabitar con los protagonistas de los textos: poetas, narradores, artistas plásticos, científicos y luchadores sociales, médicos, psicólogos, en el día a día, en la ebullición permanente, en la interrogación perpetua sobre el destino de la sociedad en la que llegaron y se hicieron al mundo.

Al leer Versos para colgar en la pared, pero también luego de observar lo manifestado por los poetas/críticos aludidos afirmamos desde nuestro propio horizonte de expectativas que podemos (re)conocer con Rosina a quienes constituyen gestores protagónicos de las luchas por la libertad cierta, por la reivindicación del espíritu y cultura del pueblo. Algunos miran el pasado con la nostalgia como quimeras de lo que se frustró pese a la lucha, otros voluntariosos con la esperanza en el hombre nuevo, la mujer y el espejismo, la tierra, la vida. Enamorarnos quizás a destiempo de personajes anónimos que aparecen súbitamente y enrumban luego atravesando mares lejanos o realizar un viaje al ayer en intermitencias fugaces hacia la infancia rota.

Necesariamente, tal cual el propósito de la autora, desentrañar la magia, el secreto arcano de su poesía exige una labor hermenéutica más prolija y dedicada que la que realizamos al leer el periódico, debemos ejercer la intertextualidad con el texto pero también con la historia, la nuestra, la colectiva.

Creemos que con Rosina Valcárcel y en particular en su libro Versos para colgar en la pared, se cumple lo que define al hombre rebelde como lo concibe Albert Camus: Su arte poética nos ofrece una última perspectiva con respecto al contenido de la rebelión; ésta se termina y se perpetúa en la verdadera creación, no en la crítica o en este comentario.

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Notas

1. Valcárcel también ha publicado la compilación de entrevistas Diario de talismanes (2005), de sus crónicas Aprendiz de Maga (2006) y libros de carácter antropológico Mitos, dominación y resistencia andina (dos ed. UNMSM, 1988/2013), Universitarios y prejuicio étnico (1974).

2. La mención de los autores citados se realiza sobre sendos artículos publicados en https://lamula.pe/

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(1) JAUSS, Hans Robert. "La historia de la literatura como una provocación a la ciencia literaria." En busca del texto. Teoría de la recepción literaria. Dietrich Rall, compilador. México, UNAM: 1987.


Eldi Toro

8.9.17

G/c


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

la belleza será convulsiva o no será | a. breton