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Rosina por Luis Herrera Carnero, Lima 1970

El reino de Rosina

Por Eduardo Gonzalez-Viana

Publicado: 2018-02-13
“Ustedes son una generación perdida”: llamó la escritora norteamericana que vivía en París, Gertrude Stein (1874-1946), a los amigos que se reunían semanalmente en 27 rue de Fleurus, su casa, quienes alguna vez se convertirían en los “perdidos” más leídos y estudiados del mundo. 

Pablo Picasso, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Sinclair Lewis, Ezra Pound, Gavin Williamson, Thornton Wilder, Sherwood Anderson, Francis Cyril Rose, René Crevel, Élisabeth de Gramont, Francis Picabia, Claribel Cone, Mildred Aldrich, Carl Van Vechten y Henri Matisse, eran algunos de ellos.

Como se ve, la mayoría estaba por constituida por norteamericanos autoexiliados, por artistas europeos e incluso por gente de la alta sociedad francesa ansiosa por codearse con la clase inteligente.

No comparo. Sin embargo, advierto que en el Perú del que he vivido ausente durante décadas existen también ángeles guardianes que están tratando de poetizar a nuestra gente. Un buen ejemplo es Rosina Valcárcel y el “Colectivo Macondo” que anima.

Buena poeta, generosa, apasionada, ha producido múltiples libros colectivos en los que trata de juntar tanto a la gente que, tradicionalmente, escribe poesía como también a peruanos que eran más conocidos en otras actividades.

“Todos ustedes pueden hacer poesía” les ha dicho y quizás, en algunos casos, les dio lecciones o les hizo conocer formas de lograr que la prosa hiciera su metamorfosis y que desaparecieran los signos de puntuación para que el texto adquiriera los significados enigmáticos de la poesía.

En el libro Esta fugacidad: todo mi reino participan alrededor de 70 macondianos, entre los cuales pueden encontrarse poetas ya conocidos, periodistas, abogados, empresarios, artistas plásticos, filósofos, sociólogos e incluso médicos. Aparte de los textos poéticos, Rosina ha incluido también en este volumen algunos artículos periodísticos.

Gratísima sorpresa fue encontrarme en sus páginas con Héctor Béjar cincelando una prosa poética. Lo conocía como personaje histórico y también como autor de algunas de las páginas más reales y valientes de la historia peruana.

En el libro, Héctor Béjar Rivera inicia una epístola secreta a un amigo amado a quien le inventa el curioso seudónimo de Kakumei. Va deslizando luego algunas confesiones tímidas sobre el amor, los libros y su juventud. Añade que ahora “las alondras ya no amanecen y las aves ya no vuelan”, y termina proclamando con ternura a su compañero “usted también es un guerrero.”

Me encuentro después con un diáfano poema a la madre (pocos tan bellos he leído), y descubro que su autor es el congresista Manuel Dammert y me hallo por fin con la embajadora Marcela Pérez Silva escribiéndole una blanca estela de poesía al general Sandino.

En 40 años, no había leído un solo poema o libro del vate peruano Juan Cristóbal, no sabía nada de él, y sin embargo parece que Rosina lo ha obligado escribir, y lo hace bien, como si nunca hubiera dejado la pluma. El novelista José Luis Ayala resulta de pronto escribiendo poesía y dice que lo hace para dar testimonio. Lucía Arellano diseña el libro. El asombroso pintor Carlos A. Ostolaza da la imagen a todo lo que Rosina, su compañera, sueña.

Hay laureados como Hildebrando Pérez Grande y personas a las cuales Rosina conminó a escribir poesía. No puedo dar más nombres porque son 70, y una de dos, o soy injusto con los que no menciono o se acaba esta nota que no puede tener más de 600 palabras.

Creo que el mayor mérito de Rosina Valcárcel Carnero consiste en haber refundado la vida de sus amigos y haberlos metido en una ciudad de palabras. Es una gran poeta, y además, es una animadora cultural de primer orden. A los escritores norteamericanos en París, Gertrude Stein los llamó “generación perdida”. A sus amigos en Lima, Rosina los ha obligado a descubrir que la poesía también es un reino en el cual se puede vivir feliz y perpetuamente asombrado.


13 febrero 2018


(Hace 5 horas Eduardo Gonzalez Viaña lanzó esta crónica y nos emocionó y le agradecemos difundiéndola).




Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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