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HACIA UNA SOCIEDAD DIGNA Y SOLIDARIA / REVOLUCIÓN-NO REVOLUCIÓN

Por CRISTIAN GILLEN

Publicado: 2018-03-19

   Este libro es otro peldaño en el trabajo que vengo realizando con el fin de elaborar una teoría de transformación real que supere dialécticamente las supuestas teorías revolucionarias que han ido siendo ganadas por el positivismo. Este desvío del verdadero objetivo de las revoluciones contribuyó a que no se modificaran a nivel esencial las relaciones sociales capitalistas. 

   En el libro Hacia una sociedad digna y solidaria, aparte de analizar la revolución francesa y su influencia en Alemania, en especial en lo que atañe a la filosofía de Heine y Hess, se realizó un estudio a nivel esencial de Marx relativa a su percepción de la revolución y la sociedad futura.

   De acuerdo a Marx, para transformar la sociedad los antagonismos de clase no deben esconderse sino suprimirse. Además, la revolución es, para él, la base para crear una nueva sociedad donde la vida individual corresponda a la vida material, lo que permite construir un hombre integral.

   Marx, en su descripción y crítica al capitalismo, desarrolló un conjunto de conceptos y categorías que, aparte de señalar las irracionalidades del sistema capitalista, sirven para visualizar cómo debería ser la sociedad comunista. Así tenemos, por ejemplo, su crítica a la mercancía que esconde lo relativo a la explotación y la alienación, por lo que, en una sociedad futura, debería ser suprimida, y, en especial, la categoría mercancía-salario.

   Para Marx, el Estado es el problema central para lograr una nueva sociedad, por lo que se hace necesario destruirlo. Según Marx, lo que el fetichismo de la mercancía es a la economía, lo es la burocracia, a la política. Marx fue un activo participante de la Primer Internacional que se fundó en 1864. Se disoció de la corriente jacobina y vio la internacional como el órgano para crear una autoconciencia proletaria universal.

   Marx fue en su producción teórica-política muy influido por la Comuna. En la Guerra Civil en Francia, planteó que la Comuna de París podía ser un modelo para el futuro.

   En sus últimos años de vida, Marx se dedicó a estudiar la realidad política y social de Rusia. Para él, la Comuna rusa hubiera podido convertirse en un elemento importante en la regeneración social de ese país. En su opinión, la verdadera democracia significa la abolición del Estado y la desprivatización de la sociedad civil. Representa la eliminación de la separación entre lo social y lo político, lo universal y lo particular.

   La Comuna no solo influyó a Marx, sino a la revolución china y al movimiento de mayo en París, en 1968.

   Los bolcheviques no tomaron en cuenta la experiencia de la Comuna. Con su concepción de primado de fuerzas productivas, consideraron a las comunas rusas como obsoletas y optaron, sobre todo bajo Stalin, por la colectivización forzosa, con el fin supuestamente de modernizarlas.

   El 7 de mayo de 1966, Mao Zedong planteó un conjunto de directivas destinadas a que China logré implementar un sistema político similar al modelo de la Comuna.

   La Revolución cultural en China impulsó el establecimiento de las comunas. Sin embargo, cuando en la Comuna de Shanghái las masas tomaron realmente el control de la ciudad, Pekín, con el aval de Mao, la reemplazó por un Comité revolucionario, lo que generó el punto de quiebre del proceso revolucionario. El citado comité fue integrado por cuadros afines a Mao.

   Mayo 68 tuvo como característica lo que Jean-Paul Sartre planteaba, es decir que era el rechazo de hablar y negociar con el Estado.

   Después del movimiento de mayo, surgieron los denominados nuevos filósofos, en gran medida ex izquierdistas. Uno de ellos, Gilles Lipovetsky, señaló que el espíritu de mayo tenía una tendencia hacia la privatización de la existencia.

   En lo que se refiere al socialismo real, los soviets órganos de autogobierno no duraron más allá del 1918. Según Rosa de Luxemburgo, la vida en la Unión Soviética se veía cada vez más deteriorada. Solo la burocracia permaneció como elemento vivo. Entre 1927 y 1931, se fue estableciendo un sistema totalitario con la colectivización forzosa del campesinado, el culto a la personalidad de Stalin, la criminalización de la oposición, la presencia cada vez mayor de la policía secreta.

   En el socialismo real surgió una nueva clase dominante cuyo poder no provino de la propiedad sino del control del Estado y del aparato de coerción.

   El denominado socialismo real fue producto de un marxismo basado en el primado de las fuerzas productivas, el cual generaba una lógica positivista antitética con el socialismo planteado por Marx.

   Stalin, de manera mecánica y economicista, afirmó en 1936 que la eliminación de la propiedad privada llevaría en forma automática a la eliminación de las clases.

  Los ideólogos soviéticos promovieron la falsa idea de que, incrementando los niveles de consumo de las masas, ello generaría una conciencia socialista. Más bien, dio lugar a un fenómeno de alienación que desembocó en la fascinación por los productos occidentales.

   La nueva clase que surgió en la ex Unión Soviética tenía como slogan en el marco de su concepción de fuerzas productivas “la técnica decide todo” y “alcanza y supera a los países capitalistas más avanzados”.

   La planificación burocrática en el socialismo real fue producto del control jerárquico que ejerce el partido de vanguardia. Para Bahro, el sujeto del plan no era la sociedad sino la burocracia del partido y del Estado. La planificación trató de organizar la producción en el marco de la vigencia de las categorías de mercancía.

En las empresas, se planteó una profunda diferencia entre el trabajo intelectual y manual sustentada en el taylorismo.

Con respecto al socialismo real en China, una de sus fortalezas fue que Mao trató de adecuar los conceptos del marxismo occidental al pensamiento chino. La revolución china mostró que el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas no era un obstáculo para el establecimiento de una sociedad de nuevo tipo.

Las discrepancias de Mao con determinados dirigentes del partido comunista se manifestaron partir del VIII Congreso del Partido en 1956. Se postulaba que la contradicción principal de la revolución en China era la que se daba entre relaciones sociales altamente desarrolladas y fuerzas productivas atrasadas, un pensamiento similar al de la ortodoxia rusa.

El socialismo de mercado, según sus promotores, debe desarrollarse dentro de una sociedad donde no existe la propiedad privada, y rija la descentralización en la toma de decisiones.

Alex Nove, en su libro The Economics of Feasible Socialism considera que la planificación ex - ante que reemplace al mercado no es de utilidad en una sociedad compleja.

Según Hobsbawm, los países con planificación central están enfrentados con problemas de eficiencia y de escasez.

En cuanto al socialismo siglo XXI, uno de sus principales teóricos, István Mészáros, plantea que el desarrollo de las fuerzas productivas es algo fundamental ya que sin ello el comunismo sólo sería un fenómeno local.

Lebowitz, otro teórico importante del socialismo siglo XXI, señala que no es la transformación de las relaciones sociales alienadas lo que permite el desarrollo integral del hombre. Más bien, sería el incremento de las fuerzas productivas el elemento central para lograr un ser humano más global.

Para Lebowitz, no habría que destruir el Estado, sino transformarlo, ya que su eliminación iría contra la posibilidad de regular el capital.

Marta Harnecker, ahora devenida en teórica del socialismo siglo XXI, centra su análisis del neoliberalismo y de la sociedad futura en la tecnología, dejando en un segundo plano los cambios en las relaciones sociales.

Los representantes más connotados del socialismo postmoderno, Negri y Hardt, tienden, al igual que los nuevos filósofos, a cuestionar los conceptos centrales del marxismo. Negri rechaza la primacía de clase. Sus elementos radicales son el feminismo y el anti-racismo. Negri y Hardt niegan la dialéctica, por cuanto su concepción del desarrollo centrado en las fuerzas productivas los hace pensar que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación posibilitarán al individuo ser libre en el trabajo, eliminando las barreras que existen entre la vida privada, social y profesional, creando de esa manera las condiciones para que el trabajador pueda beneficiarse del tiempo libre disponible.

Para Negri, la ley del valor estaría en crisis, dado que el valor no puede ser una medida objetiva.

En lo que respecta al postmarxismo, cuyos exponentes principales son Žižek y Badiou, hay que señalar que el primero construye su teoría sustentándose en Hegel y su dialéctica, el psicoanálisis de Lacan y el análisis sobre la interpelación ideológica de Althusser. La unidad de estas teorías rehabilitaría la noción de sujeto después de que Althusser planteara que la historia era un “proceso sin sujeto”.

Žižek, en la línea de Negri, piensa que habría que reconstruir el sistema teórico de Marx porque habría dejado de lado el “intelecto general”, que sería el aspecto central de la lucha contra la propiedad intelectual.

Badiou y Žižek tendrían una concepción parecida del sujeto. Žižek no está en contra del evento que concibe Badiou, el cual se genera, producto de un cambio importante, pero no lo visualiza como la condición transcendental sino como algo que dará inicio a un proceso y que esto podría ser visto a través del evento.

Los zapatistas, en lugar de foros guerrilleros, tratan a la comunidad como un todo alzado en armas.

Para Halloway, uno de los teóricos del zapatismo, el sueño comunista, es crear una sociedad libre de relaciones de poder a través de la disolución del poder. Actualmente, están inmersos en una política parlamentaria. Dentro de esta perspectiva, ¿cómo se elimina el poder?

Después del análisis de las diferencias teóricas supuestamente revolucionarias, haremos algunos señalamientos de ciertos elementos centrales para lograr una sociedad digna y solidaria. Un elemento esencial es la eliminación de las mercancías. Hay que tener en cuenta que el Che criticó a Bettelheim por defender la posición de que las mercancías son necesarias en los países socialistas.

Para superar el capitalismo, hay que construir asociaciones de trabajadores libres. Es importante tener otro tipo de conocimiento basado en el reconocimiento de nuestra unidad fundamentada en el concepto de solidaridad y no privilegiar el individualismo.

Es relevante la eliminación del Estado. La democracia directa debe ejercerse a nivel del vecindario, pero también en comunas de vivienda, agricultores, del agua, entre otros.

Hay que defender y robustecer la comunidad indígena.

Cualquier posibilidad de transformación exitosa pasa por considerar el pensamiento andino, así como su organización comunitaria.

Con el fin de generar una planificación participativa, es fundamental establecer una economía balanceada, compuesta por puestos de trabajo balanceados, consejos de trabajadores y consumidores y comunas en el campo. Estos deben dirigir el establecimiento del nivel de producción y consumo.

En las empresas, hay que eliminar el taylorismo y crear complejos de trabajos equilibrados que reúnan de manera dialéctica el trabajo manual e intelectual.

Uno de los hallazgos de este trabajo es que existe una penetración del positivismo en las teorías que promueven la transformación bajo distintas modalidades que se expresa principalmente en el primado de las fuerzas productivas, cuyo exponente más importante es la tecnología, y si es de punta, mejor.

Por ejemplo, en el socialismo real se da prioridad a la industria pesada, en el socialismo siglo XXI, Marta Harnecker plantea que los cambios en la sociedad sean producto de los cambios tecnológicos. Mészáros, por su parte, señala que sin un desarrollo de las fuerzas productivas, no habrá comunismo. Para Negri, las nuevas tecnologías son las que harían libre al individuo. Žižek, en la misma línea de Negri, plantea que, sin la tecnología digital, no se podría analizar la nueva fase de desarrollo del capitalismo.

En el zapatismo, el primado de las fuerzas productivas se da en el parlamentarismo. En gran medida, estas teorías niegan la existencia de las clases, la ley del valor, la eliminación de las mercancías, Más bien, ven en el mercado y la tecnología elementos indispensables para hacer eficiente a las sociedades. Es un capitalismo de nuevo tipo en nombre del socialismo.


* Enviado por el colega escritor Jorge Cabrera , a quien agradecemos mucho.

S/R tipeo, 17/03/2018- 19 marzo 2018


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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