#ElPerúQueQueremos

Obra de Modigliani

A Diana

Víctor Polay Campos

Publicado: 2018-03-28

   Conocí a Diana en momentos estelares de la historia de América Latina y el Perú. Fue en 1980, hacía poco las guerrillas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) desataron las ilusiones de grandes sectores, cuando entraron victoriosos a Managua, Nicaragua, derrocando la sangrienta dictadura de la familia Somoza. 

   En el Perú, las masas populares en los Paros Nacionales, los debates y la lucha en las calles tambalearon a la dictadura militar de Morales Bermúdez; pero la izquierda en forma suicida, se desmembró, rompiendo la Alianza Nacional de Izquierda (ARI), dividida en 5 o 6 listas para las elecciones de la Constituyente. En ese momento, en el mes de junio, a contrapelo de lo que sucedía, Diana, militante del Partido Socialista Revolucionario (PSR) con otros compañeros inolvidables, nos encontramos con quienes veníamos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

   El año 1982 se fundará el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

   En ese tiempo cómo no recordar a Diana: Una mujer enigmática, vivaz, aguda y de fuerte personalidad. Le disgustaban los reflectores, más bien era una compañera ejecutiva, de perfil bajo, dispuesta a resolver diversos problemas y plenamente identificada con las luchas que se daban en nuestra Patria Grande como con la Resistencia chilena contra el dictador Pinochet.

   Dos años después nos volvimos a encontrar en Cuba donde ella estaba viviendo y pudimos gozar de la hospitalidad de su hogar singular.

   Un cuarto de siglo después, en pleno cautiverio en la Base Naval del Callao, Diana con gran audacia y valentía decidió venir a visitarme, a verme. A través de mis familiares se hicieron trámites extensos, tediosos, pero al final pudimos reencontrarnos.

   Durante años hemos podido vernos una vez al mes y por tres horas que para mí fueron una dosis de aire fresco que esperaba ansioso cada treinta días, porque con ella venía su aliento fraterno, la conversación inteligente y bien informada, los libros que me ponían al día, sin olvidar su delicadeza de traer –religiosamente- pan baguette y queso bleu, que de algún modo me hacían volver a vivir mis años juveniles en Francia.

   Por supuesto, desde el primer momento la decisión de optar por verme tuvo consecuencias para ella. En su primera visita al Callao, fue multada “por exceso de velocidad”, y cuando fue a pagar la multa le dijeron que en realidad eran dos multas. Su infracción había sido tanto a la venida como al regreso.

   Esta anécdota parecería graciosa si no fuese porque las multas eran muy costosas.

   Confío en nuestra Diana, estoy de seguro que saldrá airosa de esta emboscada que le ha tendido la adversidad. Ella sabe cuánto la admiramos.

   Mi solidaridad, mi cariño incondicional para Diana, compañera y amiga. Esta carta te lleva flores.

   Víctor

10 de febrero de 2017

C/f CARTAS A DIANA, Colectivo Macondo, Colección WarmiNayra, Lima, junio 2017

(Diana Ávila me confesó, meses después, que una tarde intercambiaron libros claves para los integrantes de la generación del 68 (o 70) que los acompañarían: Así se templó el acero, novela de Nikolái Ostrovski, basada en experiencias de su niñez y aquéllas vividas en el curso de la Revolución bolchevique; y la novela La Madre (1907) de Máximo Gorki gran exponente del realismo socialista, que trata de una mujer que lucha contra el régimen zarista. Diana leía sin aspavientos, y escribía discretamente).

Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


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estrella cristal

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