#ElPerúQueQueremos

:José Pancorvo, Paul Guillén y Enrique Verástegui. Sol negro 

LEYENDO A PAUL GUILLÉN Y A ENRIQUE VERÁSTEGUI X Rosina Valcárcel

(a Vanessa Verástegui)

   mar lleno de frutos, cópulas de oro, escrituras en carmín, amatista de una caricia mientras se juntan todos los signos de la noche: la mezcla del cuerpo gramático por la cópula sintáctica con el falo verbal en la vulva semántica.

Enrique VERÁSTEGUI

Publicado: 2018-08-23

    Hacia el año 2004 conocí al joven Paul Guillén Delgado (Ica, 1976), gracias a su interés por la poesía de Julia Ferrer (Julia del Solar Bardelli). Él estudiaba literatura en nuestra universidad de San Marcos. Luego fueron naciendo sus libros de poesía, sus colaboraciones en proyectos colectivos. Por ejemplo en el año 2005 el Fondo Editorial Cultura Peruana y Paul conspiraron la atractiva antología 33 poetas del 70, autores nacidos entre 1943 y 1954. Asume un lenguaje y un imaginario gestado a lo largo de más de tres decenios. Óscar Málaga, José Rosas Ribeyro, Luis Miguel Anamaría, Lucila Walqui (comunicadora), yo, entre otros amigos estuvimos en la presentación-recital de la obra realizada en la Ciudad Universitaria. Entonces tuvimos ocasión de conversar un poco Paul y esta cronista. 

   Sabemos que el poeta Guillén también es periodista y editor, dirige el blog, revista virtual y editorial Sol negro. Él, actualmente, radica en el exterior (EE.UU) y vino a Lima hace más de tres meses. Tiempo en el que sucedieron hechos que habrían de marcar a varios escritores. Esencialmente la súbita partida de nuestro poeta Enrique Verástegui la noche del 27 de julio en el hospital Rebagliati. El 28 de julio confluimos en el velorio, nos abrazamos desolados la mayoría de familiares, vates, artistas y amistades. Luego el 29 nos vimos y la Tribu familiar y amical acompañó hasta su morada final al querido autor de Cañete, el Perú y el mundo. Pude verificar el dolor que causaba la muerte de Enrique, no sólo a las hermanas, a Vanessa, a Stefano, a Carmen, a los poetas del 70, también a tantos jóvenes poetas. Miguel Ildefonso como Paul Guillén estaban mudos y las lágrimas los vencían.

    Tras el viaje a las estrellas del poeta mayor, la mayoría quedamos con su espíritu revoloteando. La soledad, la orfandad nos unió a varios, varias. Una amistad cálida surgió de manera espontánea, la Collera se amplió...

    Zoila Capristán nos convocó el sábado 4 de agosto para una lectura de la poesía de Enrique Verástegui, que filmó para un documental. El mismo día Paul nos invitó a la 23 FIL para dar tributo público a Enrique Verástegui. Participaron: Juan De la Fuente Umetsu, Miguel Ildefonso, Zoila Capistrán, Tilsa Otta, Paul Guillén, Florentino Díaz, Rosina Valcárcel, entre otros. Después por necesidad espiritual varios amigos como Leda Quintana, Carolina O. Fernández (y yo) nos hemos escrito, chateado, telefoneado, visto, intercambiado libros, compartido comida china y diálogo fugaz entre saudade, recuerdos y anécdotas.

LEYENDO A ENRIQUE VERÁSTEGUI EL POETA PRODIGIO

     Paralelamente al mencionado quilombo, fui tratando de leer el complejo libro valioso de Paul Guillén: Poesía y Psicoanálisis. Falo / Escritura en Enrique Verástegui, Editor Perro de ambiente, 2015. Y resultó una aproximación crítica ineludible por lo audaz, osada, fecunda.

Preludio

Como expresión de una visión totalizadora, la obra de Verástegui incorpora a la poesía todos los elementos a su alcance, desde la experiencia personal hasta constantes referencias a obras y conceptos de las más diversas tradiciones culturales, signos matemáticos, diagramas, frases en otro idioma, etc., dentro de una gran libertad formal, pudiendo decirse que son el erotismo y la experiencia cultural los temas que caracterizan su poesía y los instrumentos con que exploran el mundo (Carlos Garayar, dixit).

Introducción a Poesía y Psicoanálisis

Falo/Escritura en Enrique Verástegui (2015) 

El reconocido escritor Eduardo Milán (Uruguay, 1952) afirma que Enrique Verástegui tuvo la suerte de encontrar en Paul Guillén, un poeta no sólo poeta sino, como todo poeta consciente de este tiempo, involucrado en su problemática de difícilmente aprehensible en su abierta y entera disponibilidad. Pocos poetas como Verástegui en la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX representan lo que podría llamarse tentativa de una poesía compleja, una poesía cuyo lenguaje oficia de gran matriz donde todo puede caber en relación complicante. Hay una mentalidad que en esta poesía funciona bien: la criba, el destilado de la cultura contradictoria de los sesenta, momento de tolerancia que fuera de cámara reorganizaba un modelo de dominio y de control que ahora se vive como perdida o ganancia según se adscriba a la necesidad de libertad o a la de seguridad. Leer a Verástegui implica dar con un tono que pueda incluir una cierta dimensión caótica sin caer en ella. A través de una lectura apoyada en el psicoanálisis lacaniano, Paul Guillén corta en profundidad e intercepta el lenguaje poético de Verástegui en uno de sus momentos de esplendor, Monte de goce. Un acercamiento crítico clave por lo infrecuente en estos días de complacencia literaria.

Paul Guillen leyó al poeta prodigio Enrique Verástegui, fundador de Hora Zero con Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruíz, cuando tuvo entre sus manos la controversial-machista antología Estos 13 de José Miguel Oviedo, en el año de 1998, él radiante rememora haber sido impactado por las afirmaciones y manifiestos del movimiento Hora Zero y por un texto denominado “Enrique Verástegui declara”. Su juicio general fue que un autor que programaba sus procesos poéticos sobre la base de la organización de horizontes estructurales traía un derrotero diferente para la poesía peruana, inclusive una de sus confesiones, se volvió de pronto polémica —no para él, por cierto, sino para la crítica al uso— al preferir la poesía de Jorge Eduardo Eielson o Martín Adán, antes que la de César Vallejo, en ese instante, concordó con tal afirmación, que se refiere a la representación del Vallejo mítico, comprometido con la lucha de clases[1].

En aquella antología, que Guillén cree cardinal para comprender el desarrollo-proceso de la poesía peruana de la segunda mitad del Siglo xx, se podía divisar una innegable influencia vanguardista, miscelánea de las ideas y propuestas surrealistas: amor, libertad y poesía; conversacionales: desplazamiento del sujeto poético hacia un lenguaje «llano» y tendiente a la oralidad y populistas: referencias directas a un nivel sociopolítico de época, donde el sujeto migrante merodea por la urbe caótica y cotidiana. Estos elementos se perciben en los planteamientos del poema integral, planteado por Hora Zero. El tiempo de resolución de dichas poéticas convergió en libros que se podrían nombrar neovanguardistas como Vida perpetua y Las armas molidas de Juan Ramírez Ruiz, Tromba de Agosto de Jorge Pimentel o Monte de goce de Enrique Verástegui. El creador del poema integral fue Juan Ramírez Ruiz, escritor originalísimo.

     Para Guillén la indagación se traza como un mapeo entre esta verbalización y el signo visual que en Monte de goce (Lima: Campodónico, 1991) está bregado de modo claro: com¬posiciones a lo Kandinsky, dodecafonismo, guiones cinematográficos, obras para marionetas, etc. De esta forma, esta investigación pretende comunicar y valorar que la poesía de Enrique se organiza como un proyecto poético, teórico y político que nos habla de la no modernización de la sociedad, es decir, la poesía de Verástegui es una forma de lucha contra el capitalismo enajenante que comprime y aliena al ser humano, mudar estos estamentos demanda de una nueva propuesta societaria, es por ello, que imagina al cuerpo como si fuera un paraíso: «la historia enajenó al hombre / su producción lo ha en¬vuelto en su mecánica / su trabajo será siempre alienado / pero el cuer¬po es aún el paraíso» (Verástegui, 1991), en esta instancia, puede hablar en contra, como a favor, del pecado, según los disímiles desarrollos poéticos de sus libros. De idéntico modo, sus libros de poesía o ensayo pueden ser afrontados desde desiguales miradas teóricas como si fueran un prisma textual, el corolario de este factor plurisemántico es que nuestro marco teórico se torna heterogéneo, multidireccional, fagocitivo. La función de la crítica debe de ser incentivar el diálogo y la polémica, sin ese umbral capital, que es el carácter dialógico, no se podría configurar ninguna investigación auténtica, o como pensaba Baudelaire la crítica tiende hacia lo pasional, lo subjetivo, lo parcial. En ese sentido, debemos aclarar que la bibliografía sobre la llamada generación del 70 es pobre teóricamente[2]. La crítica del 70 cuando intenta analizar el contexto del discurso, no traspasa el umbral de contar situaciones sociopolíticas que habrían influido «decisiva¬mente» en las estructuras e ideología de los poemas divulgados en esa época y no advierte el espectro de las tradiciones, formaciones e institu¬ciones o de la estructura de sentimiento como «experiencias sociales en solución» (Williams, 1980) que sólo se puede examinar fabricando un panorama más amplio, donde se consideren todas las artes, las prácticas sociales, económicas y políticas, implícitas las del saber popu¬lar, en otras palabras, se trata de: «una especie de teatro en el cual se enfrentan distintas causas políticas e ideológicas. Lejos de constituir un plácido rincón de convivencia armónica, la cultura puede ser un auténtico campo de batalla» (Said, 1996).

En lo que respecta al marco teórico en el que se inscribe el estudio de Paul Guillén se apuntalará en algunos conceptos básicos del psicoanálisis como la teoría del espejo, la metáfora paterna, el autismo del goce, la perversión, el fetichismo, «la equivalencia psicótica», para este efecto son importantes los desarrollos y exposiciones de Jacques Lacan y Jacques-Allain Miller.

Para nuestra comunidad hermenéutica, sostienen Huamán y Mondoñedo, (2002, 150) hablar de estudios literarios y psicoanálisis es un asunto complejo, trágico, catastrófico y traumático, en tanto, el psicoanálisis derrumba la concepción de la conciencia como transmisora directa del pensamiento, el lenguaje y el significado, y asume estadios previos como «lo pre-consciente y lo inconsciente» (En ese sentido, mientras algunos teóricos afirman que es imposible abordar los textos literarios mediante el psicoanálisis, otros afirman que es factible encontrar en la «voz» instalada en el texto literario[3], marcas o signos de lo que se podría analizar como el inconsciente. Para los primeros, el eje principal es que el psicoanálisis se basa en el habla (la palabra) y no en el escrito, y que la «voz» que habita dentro del texto, no se podría formular como el sujeto del psicoanálisis:

El analista no es igual al crítico literario que hace el análisis de una obra ni su lectura es sinónimo de interpretación o exégesis, sino que es la práctica de una disciplina terapéutica. Opera sobre lo que el sujeto dice y sólo lo considerará en sus discursos. Su objeto de trabajo es un comportamiento locutorio, su «fabulación» a través de la cual configura otro discurso que le compete desentrañar: el del complejo sepultado en el inconsciente (Huamán y Mondoñedo, 2002).

La teleología de los poemas de Verástegui está construida sobre la base de una posible salvación del hombre mediante el arte. En ese sentido, este humanismo se encuentra reñido de la "moral" del dogma cristiano, porque prefiere estar a favor del pecado para trasgredir las "buenas" costumbres, el "buen" decir y el sistema de consumo (Paul Guillén dixit).

   Tengo diversas preguntas, discrepancias y críticas constructivas (que trataré de desenrollar posteriormente). Consideramos que,  sin duda, En los extramuros del mundo es uno de los libros más importantes de EV, pero no hay que desestimar el libro Praxis, asalto y destrucción del infierno (1980).     Por ejemplo, resultan exagerados, jalados de los cabellos los comentarios que Mirko Lauer hace de Praxis…Citemos: Los literatos del primer poemario han sido reemplazados por los autores políticos de este segundo, y el deslumbrado encuentro con la cultura occidental presente en En los extramuros del mundo se ha convertido en un no menos ingenuo empleo de la imaginería de la IIIa Internacional (y un poco de la IVa) (Lauer, 1982).    ¿Por qué Paul Guillén hace eco de estas opiniones antojadizas?

Quedan en el tintero interrogantes, dudas, habrá ocasión de sacarnos el clavo y continuar celebrando la obra de Enrique Verástegui, la amistad y la vida.

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Aproximación a la BIOBIBLIOGRAFÍA de PAUL GUILLÉN

Ha publicado los libros de poesía: La muerte del hombre amarillo (2004), La transformación de los metales (2005) e Historia secreta (2008). Ha colaborado en las antologías El decir y el vértigo. Panorama de la poesía hispanoamericana reciente de 2005, y Álbum de arena. Primera antología binacional de poesía contemporánea Ecuador-Perú, de 2008.

BIBLIOGRAFÍA

La muerte del hombre amarillo (2004)

La transformación de los metales (2005)

Historia secreta (2008)

Antologías:

Gesto de Julia Ferrer, en coautoría con Renato Gómez (2004)

33 poetas del 70 (2005), etc.

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Professorship en Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Editor en Perro de Ambiente, editor

Editor en Sol negro

Trabaja como Escritor

Estudió Escritura creativa en UTEP - The University of Texas at El Paso

Estudió Literatura peruana en Universidad Nacional Mayor de San Marcos

ENLACES

http://sol-negro.blogspot.com.es/

http://urbanotopia.blogspot.com.es/2006/10/paul-guillen.html

http://www.letras.s5.com/archivopaulguillen.htm

https://ginebramagnolia.wordpress.com/2011/10/27/poemas-paul-guillen/


Lima, 23 de agosto de 2018

© Rosina Valcárcel


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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