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Árbol / Óscar Allaín Cottera

Aquila y el Apu Julián /  Marcelina Párraga (Apurímac)

Relato

Publicado: 2018-09-22

Juro en nombre de la flor de achanjaira*, de la verdad y de la fe que Aquila, creció en Minune, distrito Tuntay, provincia de Aymares, a lado de sus abuelos Feliciana y Ramón, personas mayores, destinada por Oswaldo, su padre a ser el bastón de sus padres. 

En febrero después de la lluvia asomaban los primos de 9 y 11 años meciendo el árbol del durazno. Mis abuelos y yo creíamos que era el viento por el susurro de las hojas. Pero luego, los traviesos, aparecían ante mi abuelo con las manos llenas de frutas …Haciéndole daño al árbol.

En marzo, aun no era época de cosecha, una de las primas inquietas comandaba para internarnos en los maizales. Sacaban de raíz la mazorca completa y arrojaban los choclitos tiernos y sus hojas. Y se quedaban con la caña verde, la quebraban, la repartían y la comíamos. Los restos se enterraban en el mismo lugar de los hechos. 

En abril, cuando los abuelos salían, los mismos mataperros se subían a los altos de la casa donde mis parientes hacían incubar a la gallina. Ellos interrumpieron el proceso y le quitaron a la gallina tres huevitos. Había un fogón, en el carbón caliente los pusieron para cocinarlos y comerlos, en esa espera, reventaron los huevitos disparados como cohetecillos  y todo se deshizo, los recogieron en pedacitos y comieron.  

Las primas para jugar con Aquila, la chantajeaban directamente, al decirle: “Si no te alzas la falda y nos enseñas tu chupe (sexo), no cuentes con nosotras y el cuco te va a llevar. Y Aquila no se la alzaba, pero corría tras ellas para jugar y para que el cuco no se la coma y terminaba solita llorando asustada.

Aquila había sido criada con esmero, dentro de las reglas y costumbres ancestrales, cuidando el agua, el aire, los árboles, los víveres y la moral ancestral.

Que siendo la willka (nieta) mayor, debía ser la responsable de sus ñañankuna y turankuna (hermanas y hermanos), un modelo a seguir.

Pero Aquila no entendía porque las enseñanzas y tareas eran exclusivas para ella y no extensivas a los otros nietos cercanos.

¿Reconocen a esta Aquila, a quien le dieron combustión para que fuera rebelde, le inventaron causalidades, casuales o adrede?. ¿Acaso aquellas experiencias fueron útiles?

Aquila, y sus trenza negras, solamente oía y callaba. Entonces, siendo niños no era costumbre, ni bien visto discutir a los mayores, menos cuestionarlos, solamente debían de oír, callar y obedecer...Ella era la más obediente.

Aquila, era amedrentada por las primas, dentro de la casa y fuera de ella, a gritos, con frases como ¡motimichachi!, “miserable”… La prima Marina, sin pedir permiso metió la mano sucia en la olla del mote para comerlo. Entonces juacatá, Aquila la castigó con un palo de leña.  Pues ella no tenía edad para poner orden, tampoco pacíficamente le iban a hacer caso. Mi abuela saltó y me regañó.

El abuelo hacia mutis (oídos sordos), incluso cuando a Aquila -quien solo tenía 7 años- la despojaron de sus ropas nuevas.

Don Ramón justificaba al decir: “seguro que a los otros nietos les hace falta la ropa…”. Tu papá te comprará otros trajes y los enviará desde Acarí (Nazca).

Aquila también era hostilizada en la escuela, por ejemplo cuando la hacían “pasar por el callejón oscuro”; castigos con palmetas con palo y cinturón; hasta látigos dolientes.

Aquila como todos los niños, solo hablaba quechua, y la profesora castellano, por supuesto.

Ahora Aquila pertenece a dos mundos, al suyo popular y al de los otros el oficial…Aunque, por razones de estudio y trabajo, está más relacionada con la cultura oficial, con la sociedad dominante, con la ciudad y los medios de comunicación.

Sin embargo ella todavía se siente algo forastera en el mundo oficial. Pues alguna vez murmuraron: “Es una serrana”.

Cuando volvió a su aldea a los quince años, musitaban: “Esa ¿quién será y de dónde será?”…Pero, ella evoca su infancia, el aroma del durazno y Aquila se siente algo corta en su propio terruño, aún se considera medio extraña, como si no fuera de ese lugar…

Pero ella, de tiempo en tiempo, necesita volver a recoger sus pasos…, sus remembranzas de pastora, su cerro tutelar y protector Apu Julián, los animalitos. La fantasía maravillosa que su abuelo le contagiaba al narrarle cuentos y adivinanzas en quechua, o sea a cultivar la fecunda literatura oral del Perú profundo.

Aunque Aquila, como tantos compatriotas, hoy en día aún se percibe cual forastera en su propia patria, ella defiende la cultura andina ancestral, es una gran portadora y difusora,

 

Huancayo, 2017

*Begonia silvestre.

rv


Escrito por

Rosina Valcárcel Carnero

Lima, 1947. Escritora. Estudió antropología en San Marcos. Libros diversos. Incluida en antologías, blogs, revista redacción popular, etc.


Publicado en

estrella cristal

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